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Mayo 30, 2018 / Publicado por admin Twittear
Rubén Avancini hoy nos regala una gota de humildad.
Cómo él mismo lo ha dicho, su salida de ANCA es un paso hacia un costado para abrir nuevas oportunidades a la generación de relevo que deja en el departamento de semillas e investigación.
Avancini ha dicho que está SATISFECHO y ORGULLOSO, con letras mayúsculas, el haber estado aquí con nosotros por más de 35 años, porque ANCA, para él, era su destino.
Su papá fue agricultor pionero en la siembra de algodón en la zona de Sabaneta y, en 1957, el año que nació Rubén, comenzó a sembrar con ANCA, lo que permitió a todos sus hijos crecer y desarrollarse dentro del cultivo de algodón en esa zona.
Cuando fue a estudiar agronomía a la Unellez, lo hizo porque fue beneficiario de una beca que otorgaba ANCA a los hijos de productores, la cual mantuvo hasta su graduación. Y cuando recibió el título, en octubre del año 1983, lo primero que hizo fue tocar las puertas de la asociación para solicitar un trabajo.
Primero ocupó una vacante en el área técnica y después ingresó como ingeniero en el recién creado departamento de semillas, un lugar que fue para él su espacio ideal para trabajar y desarrollarse.
De manera muy callada, hizo un gran trabajo, creando, probando y mejorando todas las variedades de semillas que eran después llevadas al campo. Así, sin saberlo, se convirtió en un actor importante en la cadena de crecimiento y consolidación que hizo de ANCA la asociación líder en la producción de semilla propia de algodón de Venezuela.
Hoy, después de muchas horas de trabajo, decidió tomar el retiro del guerrero, incluso a plenitud de facultades, para dedicar tiempo a su esposa de toda la vida, la señora Egilda Sánchez, y a sus dos hijos, esperando que lleguen pronto los ansiados nietos.
En ANCA queremos agradecer al ingeniero Rubén Avancini por permitirnos ser parte de su vida. Personas como usted nos motivan a seguir adelante y dedicarnos con mística a realizar, todos los días, nuestro trabajo con pasión y humildad.